RAY LORIGA TOKIO YA NO NOS QUIERE

RAY LORIGA TOKIO YA NO NOS QUIERE

RAY LÓRIGA: TOKIO YA NO NOS QUIERE. El escritor que dice pensar en inglés, el novio de la cantante de rock, el profeta que nos alucinó a todos con su prosa poética en “Lo peor de todo”, se ha recuperado de su pesimismo y ha conseguido aunar los destellos visionarios de su primera obra junto con la capacidad de trama e hilazón argumental de obras posteriores más maduras, más realistas y tal vez por ello menos bellas.Quizás la originalidad del tema de esta su última novela resida en su clarividencia,su poder para ver más claro,en una obra de iluminación rimboidiana,de infierno Blake y de edipismo Camus—recuerda a “El primer hombre”—aunque para llegar a comprender en profundidad esta obra las referencias deben ser cinematográficas,no olvidemos que Ray es un escritor que bebe por igual del cine que de la literatura,así tenemos al Kubrick de “La naranja mecánica”en el relato del hospital y al David Lynch de “Twin Peacks” del que llega a describir una secuencia,porque este libro esta lleno de guiños al lector avezado y al cinéfilo;de hecho el libro comienza con una frase copiada del comienzo de el libro de Susaku Endo “El samuray” y su protagonista, claro alter ego de Ray, es un Nicholson en el nido del cuco,un Max en “Días extraños”del que la obra imita su paranoia finisecular. La poesía brota imponente como las célebres polaroids literarias de Coupland, de nuevo se impone ese estilo vanguardista para presentar al lector un futuro en el que las estrellas virtuales se suicidan y el tráfico impide ver el cielo y donde el plot principal es la pérdida de la identidad, ya bien en la alienación marxista o en la masa orteguiana o en los paraísos artificiales, ahora legales, de los que el protagonista es proveedor a lo grande en un mundo gigantesco y variable donde pasamos de la soledad del desierto a la de los rascacielos en un periplo de ciudades monstruo y experiencias sexuales morbosas. En definitiva un libro que merece ser leído para comprender la realidad del mañana y para no dejar de pertenecer a nuestro tiempo.