OBAMA LA MEJOR AMERICA

OBAMA LA MEJOR AMERICA

OBAMA LA MEJOR AMERICA Y Obama se hizo presidente. A las doce de la mañana, tal y como manda la tradición, juro su cargo en medio de los rigores del frío y ante la atenta mirada de miles de gentes que esperaban con impaciencia el comienzo de un nuevo tiempo. Y la mano del hombre de color se posó sobre la misma Biblia antigua en la cual Lincoln puso su mano blanca y dio paso a una nueva etapa, a una nueva América en la que la igualdad y la libertad se abrían camino a través de la legalidad. Obama, hoy, ejemplifica la validez de aquel antiguo juramento y lo transforma en certera realidad, aquella legalidad que prometía la igualdad de todos los hombres, con independencia de su raza o credo. No cabe duda que es la PROMESA, la promesa sincera, lo que alienta a los hombres e impulsa a los pueblos a continuar caminando en la lucha de la vida, dejando aflorar sus sueños en la cotidianeidad de días y horas, de esfuerzos, logros y frustraciones. Y esa promesa que nos alienta e impulsa tan sólo permanece enhiesta y dispuesta a dar un paso más si se asienta en el vehículo de la ESPERANZA, la esperanza que nos otorga la certeza de que otro mundo es posible. Y se me antoja a mí, pensar que, este hombre negro de mirada inquieta y verbo seguro, de expresión generosa y sereno caminar, que él y su propio mensaje son al cabo la misma cosa, están hechos de la misma naturaleza. Veo al hombre, a ese hombre que se ha hecho mito por ser más hombre, menos dios. Y veo al héroe que es más héroe por ser más humano. Porque en cada palabra, en cada gesto contenido, en cada silencio comunicador se dibuja el recorrido de su vida, su vida que nos habla de lucha, de entrega total derramada en tiempos de condiciones adversas. Este hombre parece haber hecho de la integridad su arma más preciada, y ha conseguido inocular en la sociedad americana un entusiasmo propio de los extremos y los comienzos, como el activo más seguro, frente al uso fácil del filón del miedo y el abuso de poder frente al mundo. Siempre ha sucedido así a lo largo de la historia, un mensaje distinto, una mirada diferente, una voz ante la cual se sacuden las conciencias de una sociedad que reacciona y levanta su ánimo y pone en marcha su esperanza para emprender un camino nuevo. Es la fuerza del líder. Y ese pueblo americano, tan joven, tan desprovisto de esqueleto que proporciona la experiencia histórica, y que permanecía dormitando sobre el cómodo y ancho lecho de su supremacía hegemónica, envejecida y herida de muerte, ha despertado al son del verbo puedo. América ha abierto la puerta a otra posibilidad: de la imposibilidad de la paz frente a la imposición, de la posibilidad de la solidaridad frente al muro de la codicia, de la posibilidad de la tolerancia frente a la inútil beligerancia. Ahora las torres más altas de las avideces más atávicas han caído, igual que la bolsa. Es impresionante la capacidad que posee el ser humano para reinventarse. ANA ISABEL SANZ