LA PRINCESA DEL PUEBLO

En cualquier tipo de sociedad, por exceso o por defecto, aparecen en el imaginario colectivo entes a tratar de diversa importancia, índole y consideración. Desde el teocentrismo mesopotámico hasta al chamanismo siberiano pasando por sociedades muy estratificadasy jerarquizadas como el caso de las modernas democracias, siempre se necesitan personajes que cubran una carencia, ofrezcan una luz o lleven el peso de nuestros deseos y anhelos, tratándose a veces de llevar una vida por procuracion, escapando entonces de los pesados velos de la realidad y huyendo hacia un mundo más ideal y perfeccionado, aproximadamente del color de los sueños.

Desde tiempos remotos todas las sociedades han tenido sus princesas del pueblo, era evidente que se hacía manifiesto que las cualidades de nobleza de sangre tuvieran que transpasar las fronteras de lo puramente material y se instalarn en los procesos mentales que buscan equiparación y un destino común, en el gran viaje de la vida, donde todos estamos juntos pero necesitamos a tanta luminaria.

La sociedad británica tuvo a su princesa del pueblo y ahora la española también la tiene, una princesa de platós de televisión y revistas del corazón con la palabra justa para agradar a la masa, entretenerla, conmoverla y hacerla soñar y sentir.

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