CLARISE
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CLARISE Sobre todo tenÃa en mi cabeza los interminables pasillos de los aeropuertos y el olor de los balcones cerrados. La contemplación de la bahÃa me servÃa como antÃdoto contra la crueldad de la vida que todavÃa no habÃa experimentado pero que sentÃa que era una constante en la vida de las demás personas. Ansiaba tomarme unas vacaciones de mà mismo, empecé a encontrar irritante estar en mi piel. Con los golpes de kick-boxing descargaba la tensión en el gimnasio y empezaba a sospechar que habÃa una violencia innata en mÃ. Durante mucho tiempo habÃa estado contemplándome el ombligo y ahora empezaba a abrirme camino en el corazón de los demás, era una experiencia nueva para mi alma. Hay un filósofo que considera que un ser humano es un virus que infecta a otro virus y que las relaciones sociales son una enfermedad purulenta, tenÃa miedo de entrar por esa puerta y volverme un misántropo arrepentido de odiar a todo el mundo. Era necesario encontrar la mesura en mi vida y el sentido más excelso de las cosas que parecen no tener ningún sentido: el dolor, la vejez, la enfermedad y la muerte. La contemplación de la bahÃa servÃa a mis propósitos. HabÃa vivido mucho tiempo en un estado de negativismo y confusión que es propio de las sociedades modernas, ansiaba la savia del espectáculo de la vida desplegado a mi alrededor como una pirotecnia artificial provista de respuestas, pero las respuestas tardaban en llegar y yo no hallaba mi camino. Al final de la vida somos un hombre solo perdido en medio de un sendero que hemos tratado de hacer lo menos tenebroso posible. Pensaba en qué me dio la fe, qué me dio el amor que sentà por las mujeres que habÃa amado y qué quedaba de ello, me entregaba al filo de mis pensamientos. Trataba de ser lo más elevado y lo más inteligente posible y esto era en mà una pretensión que peligraba en volverse pedanterÃa. Tampoco querÃa convertirme en un ser oscuro que atrae la oscuridad sobre sÃ, querÃa un nuevo renacimiento de mà mismo en un mundo sin drogas, sin alcohol, sin excesos sexuales y sin ninguna mala pasión de ningún tipo. Aspiraba a transformarme en un hombre tranquilo en paz con su conciencia. Pero habÃa un punto remoto de insatisfacción en mà que no me dejaba avanzar, en el fondo anhelaba ser un salvaje. Me repugnaba la idea de hacerle daño a alguien y lamentaba profundamente los momentos en que eso habÃa sucedido, estaba encontrando una verdad mayor que yo mismo. Desde pequeño supe que todas las almas estamos conectadas y que la unión de todas las almas conectadas es lo que podemos llamar Dios. La existencia nos separa ficticiamente de las almas de los otros, nos separa de Dios. Durante mucho tiempo fui un ser solitario sin consuelo, querÃa romper con todo mi pasado. Pensaba en una sociedad que crea enemigos, pensaba en los conceptos de razón, credo o raza y en cómo nos aÃslan más unos de otros. Esperaba el abrazo universal. Ya no sentirÃa más dolor existencial de ningún tipo. La urbanización en la que vivÃa parecÃa una ciudad encerrada dentro de una botella, mis paseos a la playa hacÃan avanzar mi alma un paso más. Mirar cambiar el color del cielo, mirar el cielo. Mirar cambiar el color de las olas, mirar el mar. Esperar al dÃa llamado viernes y esperarlo con los ojos cerrados. Caminando por la playa divisé la figura espigada de mi amigo JeremÃas. Distinguà su melena a la altura del cuello y el brillo de sus ojos negros. Se acercó hasta mà con un andar elástico y elegante. --Hola José—saludó--¿Cuándo viene tu novia? JeremÃas siempre estaba preguntando por las novias de los demás, en su cabecita enferma le daba morbo levantar las novias de los colegas, eso le hacÃa sentirse fuerte. --Tiene que estar ya en el autobús. Viene esta tarde—contesté. JeremÃas esbozó una sonrisa, se sentÃa muy contento. TenÃa carne nueva para él, presas que poder hostigar. Pero yo tenÃa muy claro que nada iba a empañar mi energÃa positiva de ninguna manera. Asà que le dejé hacer. --Nos vemos esta tarde en el bar La Boladilla alta. Estoy deseando saludar a tu novia Clarise. Clarise llegó tarde y con las uñas pintadas de azul, tenÃa el gesto distante. HabÃa estado bebiendo vino y su cara de niña mala estaba un poco desencajada, me dijo que en absoluto querÃa ver a JeremÃas. A ella le parecÃa un guaperas autosuficiente que tenÃa poco cerebro y mucho ego. Yo sin embargo acudà a la cita con ella, nos habÃamos vestido con un poco de decoro para la ocasión porque el hecho de que fuera verano no tenÃa porque desvirtuar nuestra apariencia. JeremÃas sin embargo llegó con una indumentaria parecida a la que tenÃa en la playa: bermudas azul, alpargatas y una cinta para el pelo, camisa de motivos florales para rematar. JeremÃas, tras que tomásemos un par de cervezas en el bar, propuso ir a ver los misiles pasar a la playa ahora que ya habÃa oscurecido. Cogimos prestadas un par de tumbonas del chiringuito cerrado y nos echamos mirando a las estrellas, no era difÃcil que pasaran un par de misiles en el cielo destinados a algún paÃs de Oriente Medio. Clarise se sentó entre los dos, se habÃa llevado de casa una botella de vino y bebÃa en una copa que habÃa cogido del bar. No habÃa cogido copas para nosotros por lo que deduje que ella pasarÃa otra de esas noches de autismo social bebiendo sola. Los misiles tardaban en aparecer, eran como estrellas fugaces pero mucho más ruidosos y dejaban una estela en el cielo de humo blanco que se volvÃa gris en la noche. Los misiles llevaban su propia luz y eran como una guÃa para los misiles que vinieran detrás. JeremÃas emitÃa su gracejo particular para ganarse la simpatÃa de Clarise pero Clarise no estaba muy comunicativa. Finalmente JeremÃas y yo comenzamos a hablar del comienzo de la guerra hace años y cómo nos habÃamos acostumbrado a ver volar misiles y cómo lo considerábamos ya un espectáculo. Pero tenÃamos las ideas poco claras, como formando nebulosas en nuestras cabezas. Clarise seguÃa bebiendo y nosotros observando el cielo. A veces pienso que si un tonto y un hombre con mala fe se cruzan pierde el tonto. La vida es un tonto que se cruza con alguien que tiene mala fe y sale perdiendo. Yo lamentaba no querer a Clarise tanto como habÃa querido a otras novias, mi esperanza iba a mejorar con eso. Ya estaba encogido el desarrollo fractal en los recovecos de los cerebros mayores que un gusano, era un guiño de la moda de la ciencia. La verdad es que tampoco me preocupaba mucho, no era mi guerra. Con pasos diminutos avanzábamos hacia el desastre y los nanorobots de la tecnologÃa hacÃan las cosas por nosotros. Esperábamos la época de la tormenta sobre el hielo, cuando el mar se congelaba. Entonces el espectáculo era intenso. Muchas veces acudÃa a la playa a ver chicas de piernas musculosas y nalgas prietas. Mi interés por el sexo se centraba en sentir deseo, el deseo lo era todo para mÃ. No me gustaban los dÃas en los que yo era incapaz de sentir deseo por una mujer, esos dÃas me parecÃan muy grises y vacÃos de significado. Me habÃa propuesto desde siempre no malgastar mi energÃa sexual, asà que si no podÃa estar con una mujer no perdÃa el tiempo consolándome a mà mismo. Por fortuna Clarise era una buena amante y no querÃa perderla en manos de mi amigo JeremÃas. A Clarise la encontré el Jueves diez de julio del año 2008 en un bar de Valladolid. Yo habÃa entrado a tomar una cerveza sin alcohol y allà estaba ella: alta, morena, con cara de niña mala. Nos presentó el camarero y enseguida comenzamos a intimar. Se notaba que yo le gustaba mucho a ella, siempre he tenido un alo de canalla que las encandila a todas. Yo habÃa vuelto a fumar y me encontraba más relajado por eso. Recuerdo sus medias negras bajo su falda, sus largas piernas y sus medias oscuras. |
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Enviado por Noticias Internet.
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Que bueno dices que clarise es comunicativa que es como se llama el blog que participo en el concurso, comunactivo-comunicativo. Piensa en Paris Hilton je je.
Otra cosa si respondes a los comentarios y pones un enlace que no salga repetido http://. Enviado por: comunactivo en CLARISE |
SÃ, es cierto. Clarise acabó participando en el concurso comunicativo, Enviado por: CLARISE en CLARISE |
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